SOBRE LA ETERNIDAD.
¿Cómo será la eternidad?
Me preguntó una vez, mi hija.
Dejé de masticar la pizza,
con que celebrábamos el día de las madres (algo así como Morgan Freeman cuando
le preguntan ¿Qué pasaría si un hombre usara el cien por ciento de su cerebro?)
Había estado pensando hace
unos días sobre eso; pero, por los afanes diarios y las prisas que nos ha
traído la cuarentena, quedó aquello por allí en algún recoveco de mi mente,
casi descartado por mis cansadas neuronas que cada día se vuelven más
selectivas.
Respondí, casi como en un
soliloquio existencial.
—La eternidad, es la
realidad del tiempo, es la existencia del ser.
La Eternidad se ha de
parecer mucho a la vida que hoy tenemos.
Todos existimos pero nadie
puede recordar cuando comenzó a hacerlo; contamos los días, los meses y los
años; solo porque sabemos que un día nos vamos a morir.
¿Pero qué pasaría si
supieras que nunca te vas a morir?
Sin recuerdos del
principio y sin certeza del final.
Creo que la Eternidad no
es algo que debemos esperar.
¡La eternidad, la tenemos
desde que existimos!
Si me toleras un poco de
cacofonía, puedo afirmar que la vida es un eterno presente; el futuro, una
ilusión que nunca llega porque cada día, es un presente nuevo.
El pasado, igual, es un
espejismo que podría no ser cierto
¡Existen solo en nuestra
mente!
¡Solo el presente es real,
en el momento que lo vivimos para difuminarse luego en recuerdos y quimeras!
Ahora comprendo a
Descartes cuando dijo:
«cogito ergo sum» (Pienso,
luego existo)
El tiempo, es solo una
concepción relativa, yo lo concibo como la imagen en movimiento de la
eternidad; donde coexisten como uno solo lo que hoy distinguimos como: pasado,
presente y el futuro.
En realidad, quizás la
única diferencia entre el tiempo y la eternidad sea que ahora tenemos la
seguridad que nos vamos a morir un día.
—Miguelan. (Mayo 2020)
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