LEYENDAS URBANAS Y LA MUJER MONA.
Las leyendas urbanas nacen
del folclore popular y circulan como el viento, de boca en boca, atemorizando a
los más incautos y crédulos. Algunas son tan inverosímiles que causan risa,
pero otras podrían haberse originado en hechos reales.
Mi padre solía decir:
"Si tienes un palo de mango y no quieres que te los roben en la noche, lo
más sencillo es inventar que en ese lugar sale el diablo".
El término "leyendas
urbanas" se le atribuye a Richard Dorson, quien las definió como historias
modernas "que nunca han sucedido, pero se cuentan como si fueran
ciertas". En algunos lugares, las llaman "bolas o cuentos de
camino".
Sea como sea, verdaderas o
falsas, tienen un origen y una razón de existir, como la historia del Diablo y
el palo de mango.
El motivo por el que me
animé a escribir sobre leyendas urbanas o cuentos de camino es el siguiente
relato:
Recientemente, circula en el lugar donde vivo la historia de una mujer, mitad humana mitad mona, víctima de un accidente de brujería. Según dicen, ella practicaba las ciencias ocultas y se transformaba en mona para robar en las casas. Cuando lo hacía, dejaba su "espíritu" en un vaso (¿le suena?) pero por error, su esposo tiró el contenido del vaso y quedó transformada en esa horrible bestia mitad mujer mitad mona, enloquecida y condenada a devorar niños para poder subsistir y recuperar su forma humana de nuevo.
No dudo que el origen
pueda tener alguna base real, ya que en el lugar donde vivo, por ser una zona
rural próxima a las impenetrables montañas, se han dado algunos casos
excepcionales de niños que han sido atacados por gatos monteses, algún ocelote
o tigrillo, como se les conoce en otros lugares. Y las abuelas, viendo lo
descuidadas que son las "madres de ahora", inventaron la historia de
la Mujer Mona para que estas sean más cuidadosas con sus críos.
¿Resultado? ¡Excepcional!
Las madres no les despegan un ojo a sus niños ni los dejan andar de vagos, y
los niños no se quieren alejar de sus madres.
Las abuelas sonríen.
Cuando el niño se porta
mal, le dicen:
¡Mirá, te va a comer la
mona!
Y el niño, arrepentido y
temeroso, se somete a la voluntad de su madre.
Viendo los buenos
resultados que obtuvieron con la historia, ahora dicen que también afecta a los
hombres que andan de noche y les da "unas grandes calenturas".
¿Usted qué cree, amigo que
lee? ¿Inventamos una historia?
—Miguelan.
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