PALABRAS DULCES PARA EL SORDO.
Las
personas hablan más de lo que dicen, pero no todos oyen más de lo que escuchan.
Por ejemplo
un simple “Buenos días” puede significar hola bienvenido, o ya me canse de ti,
es hora que te vayas.
¿Quieres un
café? Podría significar “Estoy interesado en ti”
Y así.
Cada
palabra es una confesión que delata un deseo, una pasión… una emoción.
¿Cuántas
veces hemos querido decir la verdad y hemos tenido que callarla?
Las
expresiones casi nunca van a pelo, porque las personas rara vez están
preparadas para la verdad desnuda.
No, las
personas no están listas para la verdad, nunca lo han estado, han perseguido,
encarcelado, apedreado y crucificado a todos los que alguna vez quisieron
iluminar los profundos y oscuros calabozos del espíritu humano.
El disfraz
es por tanto necesario para encajar en una hipócrita sociedad donde nadie es lo
que aparenta; un baile de máscaras que oculta la imperfección de un corazón
cada vez más decadente, cada vez más vacío, cada vez más solo.
Nadie dice
lo que piensa porque la verdad escuece como sal la llaga del intelecto y la
soberbia.
Pero hay
maneras… hay formas de descubrir la verdad que todos callan, es cuestión de
aprender a oír para comprender y no para responder.
Y sin
quererlo damos a los demás nuestro corazón con las palabras.
Expresiones
que a diario abren el arcano de nuestra alma desnuda, palabras dulces para el
sordo, que en la superficie de las aguas no alcanza a ver el leviatán nadando
en la amarga profundidad de un océano incomprensible.
Miguelan
2020 (Reflexiones)
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